Cuando uno ve a la madre de dios postrada en su altar, se pregunta: ¿ Cómo se puede sentir algo tan grande al fin y al cabo por un trozo de madera reconvertida en advocación divina?, madera que un día llegó un tronco de algún árbol perdido de alguna de nuestras tantas zonas naturales de Andalucia.
Cinco son, cinco benditas dolorosas, cinco son las advocaciones que llevo día a día dentro de mí, como un escudo que me protege de todo mal que me pueda hacer al que un día desterraron de ángel.
María Santísima de la Esperanza Macarena, Nuestra Señora de Montserrat, María Santísima del Mayor Dolor y Traspaso, María santísima de Guadalupe y María Santísima del Rocío.
Anda que también tengo mal elegidas a mis "guarda espaldas". Una es advocación universal y madre de todos los sevillanos; otra es la mismísima madre del Señor de Sevilla, un Dios portentoso, salidas de las mismísimas manos de Juan de Mesa; incluso tengo a la mejor Catalana que pueda existir, la reina de los Catalanes; otra tiene nombre almonteñode devoción mariana, y por último a la Virgen más niña de las Vírgenes, Reina y Emperatriz Hispana.
No me puedo quejar, porque sé que junto a ellas, estaré siempre seguro, protegido y sobre guardado del mal que sobrepasa la tierra como una manta de humo que va tapando poco a poco a cada una de las personas de esta tierra que por un motivo o por otro dejaron de tener fe en María Santísima.
Dios te salve Mayor Dolor llena eres de gracia el Señor es contigo Roció, bendita eres Guadalupe entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús, Santa María Esperanza Macarena ruega por nosotros Montserrat, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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