El perdón es algo tan fácil como que una persona reconoce que se ha equivocado de algún hecho en su vida. Pero muchas personas no son capaces de reconocer sus errores o peor aún se avergüenzan de ello. El perdón no debe de costar pedirlo; a veces me pregunto: ¿Por qué muchas personas se creen que al pedir perdón se están rebajando? ¿Por qué la gente no sabe reconocer lo que está bien o mal? Lo cierto es que si lo saben, lo que pasa que de cara a la gente lo intentan ocultar.
En este caso también está el “perdón del deseo” o el “perdón de interés”, como yo lo llamo. Este perdón consiste en que la persona sólo se disculpa de sus actos a determinadas personas que son de su interés; quizás una ex novia/o enamorada/o todavía de la que fue su novio/a, o un amigo/a que ha hecho mucho daño y que al cabo del tiempo se da cuenta de que echa de menos la amistad del que ahora no lo es, en definitiva miles de perdones, que por despecho o vergüenza en su momento no se dieron y se dan ya pasado el tiempo, muchos verdaderos, pero otros muchos por desgracia falsos…
Otros simplemente eligen a quienes pedir el perdón, igual se lo piden a una persona con la que creen haberse portado mal y a otras a las que también han hecho mucho daño ni se inmutan. Eso hace demostrar por ejemplo el curioso “perdón del interés” que antes he mencionado. Eso también puede hacer pensar que a la hora de la verdad la amistad que se tenía con alguien era una amistad falsa, porque se ha descubierto a lo largo del tiempo que tal persona a lo mejor pasa de ti, pero no de otras personas.
La madurez te enseña con el tiempo que todo el mundo tiene derecho a recibir la palabra PERDÓN, que no significa más que arrepentimiento de un acto que algún día hiciste mal y ahora te das cuenta de que lo que de verdad importa es la razón de ser y reconocer las cosas, porque aunque de cara a las personas no se quieran reconocer, por dentro, cada uno sabe perfectamente la realidad y no sirve de nada esconderlo.
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